La Serpiente de Bronce

El levantamiento de la serpiente de bronce en el desierto, relatado en el libro de Números 21:4-9, es un evento profundamente simbólico que conecta el Antiguo Testamento con el Nuevo. En este relato, los israelitas, habiendo pecado contra Dios, fueron castigados con serpientes venenosas. Sin embargo, cuando Moisés intercedió por ellos, Dios le instruyó que levantara una serpiente de bronce en un poste, de modo que todo aquel que mirara a la serpiente sería sanado. Este acto no solo fue un acto de gracia inmerecida, sino que también prefiguró el sacrificio de Yeshúa HaMashiaj en la cruz. Tal como la serpiente de bronce se convirtió en el medio de sanidad física para los israelitas, Yeshúa, al ser levantado en la cruz, se convierte en el medio de sanidad espiritual y vida eterna para todos los que creen en Él. En Juan 3:14-15, Yeshúa compara su crucifixión con el levantamiento de la serpiente en el desierto, revelando que su misión era llevar el juicio por el pecado sobre sí mismo y ofrecer salvación a todos los que confíen en Él. Así como los israelitas debían mirar con fe a la serpiente de bronce para ser sanados, los creyentes deben mirar con fe a Yeshúa en la cruz para recibir perdón y vida eterna. Este relato resalta la importancia de la fe en el plan de redención de Dios. A través de la fe en el sacrificio de Yeshúa, somos liberados de la condenación y recibimos una nueva vida guiada por el Espíritu Santo. Es una invitación a reconocer que, así como los israelitas no podían salvarse por sí mismos, nosotros también dependemos completamente de la gracia y la misericordia de Dios para ser restaurados y transformados. En la conversación entre Yeshúa y Nicodemo en Juan 3:1-21, donde Yeshúa introduce el concepto de «nacer de nuevo». Nicodemo, siendo un maestro de la Torá, conocía profundamente las Escrituras, pero no comprendía lo que significaba esta transformación espiritual. Yeshúa le explica que «nacer de nuevo» no se refiere a un segundo nacimiento físico, sino a una renovación interior por el Espíritu de Dios. Este nuevo nacimiento es esencial para entrar en el Reino de Dios.
Yeshúa también menciona que el «nacer de agua y del Espíritu» es necesario, lo cual alude a un proceso de purificación y renovación espiritual que transforma completamente la vida de una persona. Así como la serpiente de bronce trajo sanidad física en el desierto, el nuevo nacimiento en Yeshúa trae sanidad espiritual y vida eterna. Es una invitación a una relación renovada con Dios, guiada por el Espíritu Santo, que nos lleva a vivir conforme a Sus mandamientos. Este renacimiento no es simplemente un cambio de conducta, sino una transformación profunda y real que nos integra en la familia de Dios y nos capacita para vivir una vida en comunión con Él.
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© 2024 ReineyEl, «EL ÁRBOL DE LA VIDA Y YESHÚA»

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