La Profecía de la Puerta Dorada y su Conexión con Yeshúa

    En este análisis, exploraremos una hermosa profecía que apunta directamente a Yeshúa y que está estrechamente vinculada con la Puerta Dorada de Jerusalén, también conocida como la Puerta de la Misericordia o la Puerta Oriental. De acuerdo con el Tanaj y documentos históricos, esta puerta, una de las ocho que se encuentran en la muralla de la Ciudad Vieja de Jerusalén, posee una importancia histórica y religiosa inmensa, tanto para el judaísmo, el cristianismo, como para el islam. Dentro de la tradición judía, la Puerta Dorada está fuertemente asociada con la venida del Mesías. Se cree que, cuando el Mesías regrese para redimir a Israel, entrará por esta puerta. Esta creencia se fundamenta en diversas profecías del Antiguo Testamento, como la que encontramos en el libro de Ezequiel: Ezequiel 43:1-5 «Me llevó luego a la puerta, la puerta que mira hacia el oriente; y he aquí la gloria del Dios de Israel que venía del oriente, y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria…» En la Biblia, «muchas aguas» a menudo simboliza multitudes de personas o una gran cantidad de gente. Este concepto se relaciona con la idea de la gloria de Dios manifestándose entre las multitudes. Salmos 93:3, Salmos 46:3, Isaías 8:7, Jeremías 51:13, Ezequiel 47:1, Apocalipsis 1:15, Apocalipsis 17:15. Juan 12:12-19 «Al día siguiente, una gran multitud que había venido a la fiesta, oyendo que Yeshúa venía a Jerusalén, tomó ramas de palmeras y salió a recibirle, y clamaba: ‘¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!’ Y Yeshúa, habiendo encontrado un asnillo, se sentó sobre él, como está escrito: ‘No temas, hija de Sion; He aquí, tu Rey viene, sentado sobre un pollino de asna.’ Estas cosas no las entendieron al principio sus discípulos; pero cuando Yeshúa fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de él y de que le habían hecho esto. La multitud, pues, que estaba con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro y le resucitó de los muertos, daba testimonio. Por esto, también la multitud le salió a recibir, porque oyeron que había hecho esta señal. Y decían los fariseos entre sí: ‘Ya veis que no conseguís nada; mirad, el mundo entero va tras él.'» Eran miles, todo el pueblo de Jerusalén y muchos más de otras localidades acudieron en masa, siguiendo la gloria de Jehová mientras entraba por la Puerta Dorada, la Puerta de la Misericordia, que conducía al Templo. Este momento era el cumplimiento de la profecía, donde Yeshúa llenaba de gloria el Templo. Tal como lo describe la visión de Ezequiel. Ahora podemos comprender mejor lo extraordinaria que fue esta escena: Yeshúa, el Mesías, entrando por la Puerta de la Misericordia. La multitud, que conocía bien las profecías, entendía que ante sus propios ojos se estaba cumpliendo la visión del profeta Ezequiel. Cada palma levantada y cada salmo entonado eran expresiones de asombro y reverencia ante la entrada del Rey de Gloria. Era un momento trascendental, un cumplimiento profético en tiempo real. Es probable que, entre los salmos que cantaban, alabaran con el Salmo 24:7-10: «Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla. Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, Él es el Rey de la gloria».     Esta visión de Ezequiel describe el regreso de la gloria de Dios a Jerusalén desde el oriente, dirección en la cual se encuentra la Puerta Dorada. La conexión profética es clara: la gloria de Dios y el Mesías prometido, quien es la manifestación misma de esa gloria, vendrán desde el oriente. En la tradición cristiana, muchos ven esta profecía como un anticipo de la entrada triunfal de Yeshúa en Jerusalén, cuando entró montado en un burro, cumpliendo así la profecía mesiánica de Zacarías: Zacarías 9:9 «¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén! He aquí, tu rey viene a ti, justo y salvador, humilde y montado en un asno, en un pollino hijo de asna.»   Yeshúa, al entrar en Jerusalén, no solo cumplió las expectativas mesiánicas del pueblo, sino que también manifestó su misión redentora como el Mesías. En su primera venida, entró por la Puerta de la Misericordia, conocida también como la Puerta Dorada, cumpliendo así una parte de la profecía. Sin embargo, la expectativa profética continúa, ya que se cree que en su segunda venida, Yeshúa entrará nuevamente por esa misma puerta para establecer su reino eterno. Actualmente, la Puerta Dorada permanece cerrada. Fue sellada en el siglo XVI por el sultán otomano Solimán el Magnífico, en un intento de prevenir la entrada del Mesías. Este acto, aunque realizado por razones políticas, ha sido interpretado por muchos como un cumplimiento parcial de la profecía de Ezequiel, quien también describe una puerta sellada en su visión:   Ezequiel 44:1-2 «Me hizo volver hacia la puerta exterior del santuario, la que mira hacia el oriente, y estaba cerrada. Y me dijo Jehová: Esta puerta estará cerrada; no se abrirá, ni entrará por ella hombre, porque Jehová Dios de Israel entró por ella; estará cerrada.»   Así, la Puerta Dorada de Jerusalén sigue siendo un símbolo poderoso de las promesas proféticas de la redención futura, cuando el Rey Mesías, Yeshúa HaMashíaj, regrese para gobernar desde Jerusalén. Te invitamos a seguir profundizando en estas conexiones proféticas, que nos muestran cómo cada detalle histórico y espiritual apunta hacia la obra redentora de Yeshúa y su papel en la restauración final de todas las cosas. Aquí te dejo el video de nuestro canal de YouTube sobre este tema tan apasionante… Shalom y hasta el próximo estudio.  

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