El Árbol de La Vida y Yeshúa
En nuestro sitio, exploramos las profecías bíblicas cumplidas en Yeshúa (Jesús). Conectamos las escrituras del Antiguo Testamento con los eventos del Nuevo Testamento, demostrando cómo Yeshúa cumple las promesas divinas.
Aquí encontrarás:
Invitamos a todos a unirse a nosotros en este viaje de descubrimiento y reflexión. Esperamos que estos recursos no solo informen, sino que también inspiren una mayor conexión con la fe y las escrituras.
¡Explora, aprende y comparte con nosotros!
Ageo 2:19 (RVR1960): «¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; mas desde este día os bendeciré.»
¿Qué relación tiene esta profecía de Ageo con la anunciación del ángel Gabriel a Miryam o María sobre la concepción de Yeshúa?
Te invitamos a ver este video que profundiza en el significado de estas profecías y su cumplimiento en Yeshúa.
La santidad, o el acto de elevarse de lo terrenal a lo espiritual, ha sido un tema central tanto en el judaísmo rabínico como en el judaísmo mesiánico. Ambos sistemas de fe, fundamentados en la Toráh, buscan responder a la pregunta: ¿Cómo puede una persona acercarse a Dios y vivir una vida santa? Aunque comparten una base común, difieren en algunos aspectos clave, especialmente en la interpretación del papel de Yeshúa (Jesús) como el Mesías. Aquí exploraremos ambas perspectivas y su relevancia para nuestra vida espiritual.
Judaísmo Rabínico: La Santidad a Través de los Mandamientos
En el judaísmo rabínico, la santidad se alcanza mediante el cumplimiento de la Toráh y los 613 mandamientos (mitzvot). Este camino se centra en una vida dedicada a Dios a través de la obediencia y la separación de lo profano.
Principios Clave:
Cumplir la Toráh y los Mitzvot:
La Toráh declara: “Sed santos, porque Yo, el Señor vuestro Dios, soy santo” (Levítico 19:2). La santidad no es un estado místico, sino el resultado de obedecer los mandamientos en todos los ámbitos de la vida, desde las leyes éticas hasta las dietéticas.
Separación y Santificación:
La palabra hebrea “kadosh” (santo) implica separarse de lo común para dedicarse a Dios. Esto se practica, por ejemplo, al observar el Shabat como un día santo separado de los días ordinarios.
Estudio de la Toráh:
El estudio es un acto sagrado que transforma el alma y acerca a la persona a Dios.
Oración y Arrepentimiento (Tefiláh y Teshuváh):
La oración diaria y el arrepentimiento son esenciales para mantener una relación con el Eterno.
Elevación de lo Material:
En lugar de rechazar lo material, el judaísmo rabínico enseña que se debe elevar al servicio divino. Comer, trabajar y vivir se santifican al hacerlo con intención divina (kavanáh).
Perfeccionar el Carácter (Middot):
Trabajar en cualidades como la humildad, la generosidad y la paciencia es parte integral del camino hacia la santidad.
Judaísmo Mesiánico: Santidad en Yeshúa el Mesías
El judaísmo mesiánico comparte los principios básicos de la santidad en la Toráh, pero pone énfasis en que la santidad plena solo se alcanza a través de Yeshúa HaMashíaj (Jesús el Mesías), quien es visto como la culminación de la Toráh y el puente entre lo terrenal y lo espiritual.
Principios Clave:
Fe en Yeshúa como el Mesías:
Yeshúa dijo: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mateo 5:48). La santidad comienza con una relación personal con Yeshúa, quien transforma el corazón y capacita al creyente para vivir en santidad.
La Toráh como Guía:
Aunque Yeshúa cumplió la Toráh, no la abolió (Mateo 5:17). Los mandamientos siguen siendo relevantes, pero la obediencia surge de una respuesta de amor al sacrificio redentor de Yeshúa.
Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo):
La santidad es imposible sin la guía del Espíritu Santo, quien transforma al creyente y le capacita para vivir conforme a la voluntad de Dios. “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16).
Arrepentimiento y Purificación:
La teshuváh (arrepentimiento) y el mikvé (bautismo mesiánico) simbolizan la purificación espiritual y el compromiso con una vida santa.
Vida de Amor y Servicio:
Yeshúa resumió la Toráh en dos mandamientos: amar a Dios y amar al prójimo (Mateo 22:37-39). La santidad se refleja en una vida de amor, servicio y humildad.
El Sacrificio de Yeshúa:
Su sacrificio es visto como la culminación de los korbanot (sacrificios) descritos en Vayikrá (Levítico), reconciliando al creyente con Dios y otorgándole acceso directo a Su presencia.
Reflexión Final: Dos Caminos, Un Mismo Propósito
Judaísmo Rabínico:
La santidad se logra mediante el esfuerzo humano, obedeciendo los mandamientos de la Toráh y perfeccionando el carácter. Es un camino de disciplina y devoción.
Judaísmo Mesiánico:
La santidad comienza con la gracia divina y la fe en Yeshúa como el sacrificio perfecto. Es una transformación del corazón por el Espíritu Santo, guiada por el amor y el servicio.
En ambas perspectivas, la santidad no es solo un estado, sino un camino de vida que eleva lo terrenal hacia lo divino. La pregunta para cada lector es: ¿Estás respondiendo al llamado del Eterno a ser santo? ¿Cómo transformarás tu vida hoy para acercarte más a Él?
Próximamente, bajo el mandato del presidente Donald Trump, congresistas de EE. UU. han propuesto cambiar el nombre de «Cisjordania» a «Judea y Samaria», los nombres históricos y bíblicos de esas tierras. Este cambio refleja un regreso a la terminología mencionada en la Biblia, donde estas regiones son descritas como parte de la herencia de Israel. Este cambio de nombre es visto por muchos como un reconocimiento de la conexión histórica y religiosa que Israel tiene con estas tierras.
Cabe recordar que Jordania ocupó estos territorios tras la guerra de 1948, y durante ese tiempo, cambió el nombre de «Judea y Samaria» a «Cisjordania» (literalmente, «la orilla occidental del río Jordán»). Esta ocupación no fue reconocida internacionalmente como legítima, excepto por algunos países árabes, y fue una de las razones por las que la región permaneció en disputa durante tantos años.
En 1967, tras la victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días, Israel tomó el control de estos territorios. Sin embargo, el contraste es evidente: después de la Segunda Guerra Mundial, la ONU adoptó la norma internacional que prohíbe que un país adquiera territorios mediante el uso de la fuerza. A pesar de esta resolución general, cuando Jordania ocupó Cisjordania en 1948, la ONU no emitió ninguna resolución que exigiera su retirada de esos territorios. Pero cuando Israel tomó el control de Cisjordania en 1967,en un mismo día, la ONU emitió una resolución (la Resolución 242) que exigía que Israel se retirara de esos territorios ocupados. Esta disparidad refleja un doble estándar claro en la aplicación de las leyes internacionales sobre ocupación y soberanía. En lugar de aplicar la misma norma a Jordania, la ONU se enfocó en Israel, a pesar de que este último había actuado en defensa propia.
Israel no es solo una nación política; es el cumplimiento de promesas bíblicas y el escenario de batallas ideológicas, espirituales y culturales. La oposición que enfrenta es tanto terrenal como espiritual. Para quienes creen en las Escrituras, apoyar a Israel es reconocer su papel central en el plan divino.
“Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga maldeciré; y en ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3).
Israel sigue siendo una luz en un mundo lleno de oscuridad, y su restauración es una prueba viviente de que las profecías se están cumpliendo ante nuestros ojos.
Shavuá Tov!!! buena semana!!!
En un mundo donde las tensiones globales aumentan y las profecías bíblicas parecen cobrar relevancia cada día más, Israel se mantiene como el «reloj profético» de Dios. Las Escrituras han dejado claro que los eventos que giran en torno a esta nación son señales que marcan el avance del plan divino para la humanidad. Mientras el conflicto en Siria y otras tensiones en el Medio Oriente se intensifican, es imposible no ver cómo las palabras de los profetas se están cumpliendo ante nuestros ojos.
La situación actual en Siria es una de las más críticas en la historia reciente. La guerra civil ha desbordado fronteras, y los rebeldes han retomado varias ciudades clave como Homs y Alepo, acercándose incluso a Damasco, la capital. Este conflicto, alimentado por intervenciones extranjeras y la constante lucha por el poder en la región, refleja un panorama caótico y devastador.
Isaías 17:1 profetizó que «Damasco dejará de ser ciudad, y será un montón de ruinas». Aunque este pasaje tiene un cumplimiento histórico, el deterioro de Damasco en la actualidad nos recuerda cuán vigente es esta profecía. La destrucción progresiva de esta ciudad en medio de un conflicto brutal resuena como una señal del cumplimiento de las Escrituras. A medida que Siria se hunde más en la guerra, se fortalece la idea de que los eventos actuales están marcando la culminación de tiempos de tribulación.
La Biblia también nos da claras indicaciones de que Israel es el centro de las profecías del fin de los tiempos. Zacarías 12:3 nos dice que «En aquel día, haré de Jerusalén una piedra pesada para todos los pueblos». Este versículo ilustra cómo Jerusalén será un punto de confrontación global en los últimos días, y los eventos actuales en torno a Israel y su seguridad son una clara manifestación de esta profecía.
En los últimos años, hemos visto cómo las naciones se alinean contra Israel de maneras que ya se habían predicho. El regreso de los judíos a su tierra, la restauración de la soberanía en Jerusalén y la creciente hostilidad contra el Estado judío son señales del cumplimiento de las promesas divinas. Israel, con su ubicación estratégica y su importancia bíblica, sigue siendo el reloj profético de Dios, marcando el tiempo para el regreso de Yeshúa.
Mientras la situación en Siria empeora, las tensiones internacionales crecen. Potencias como Rusia, Irán y Turquía están profundamente involucradas en la política de la región. Este panorama coincide con lo que se describe en Ezequiel 38-39, donde se habla de una coalición de naciones que se levantará contra Israel. Las acciones y alianzas actuales de estos países en el Medio Oriente muestran una clara alineación con las profecías de los últimos tiempos. La creciente hostilidad y los movimientos militares en la región son señales de que el tiempo está avanzando rápidamente hacia el cumplimiento de estos eventos proféticos.
Mientras el mundo observa las tensiones globales y la creciente inestabilidad, la Biblia nos llama a estar vigilantes. Jesús, en Mateo 24:42, advirtió: «Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor». Los eventos actuales nos recuerdan que, aunque el conflicto y la tribulación son inevitables, Dios está en control y todo sigue su curso divino.
El aumento de las guerras, los rumores de guerras y la inestabilidad global son solo el principio de los dolores, como nos dice Mateo 24:6-8. Este es un tiempo para reflexionar, para prepararnos espiritualmente y para reconocer las señales de los tiempos. Israel sigue siendo el epicentro del plan divino, y cada evento que involucra a esta nación nos acerca al cumplimiento de las profecías del fin de los días.
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